martes, 17 de julio de 2012

Entre el mes de misiones y el día de La Paz

El 16 de Julio de 1809 habitantes de la ciudad de La Paz, (hoy Bolivia), armaban una revuelta en pro de su independencia de España; el germen libertario que había iniciado unos meses antes -el 25 de mayo- en Chuquisaca (también hoy Bolivia)  comenzaba a esparcirse. Ese levantamiento logró tomar el cuartel de Veteranos y consiguieron deponer al gobernador Tadeo Dávila. Posteriormente organizaron la Junta Tuitiva y Pedro Domingo Murillo quedó como Coronel Comandante de la ciudad. Por ello cada 16 de Julio se celebra el día de La Paz, por ello el himno dice "...La Paz que en este día de julio se engalana..."

No te cuento todo esto para hacer erudición (?) de los conocimientos de historia de mi ciudad natal,sino que pongo eso como contexto para contarte que unos días después, a raíz de la creación de la Junta Tuitiva circularon varias proclamas, siendo la más conocida la del 27 de julio cuyo texto a la mitad dice: "...Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez..."

Esa frase siempre me había llamado la atención, desde que era niño y pasaba por la Plaza Murillo camino a casa de mi abuela (está grabada en un libro gigante frente al palacio de gobierno) y años después fue lo primero que me atravesó al iniciar mi lectura de "las venas abiertas de América Latina" (Galeano).

En estos días, que recordaba mi Chuquiago Marka (el nombre indígena que tenía La Paz antes de la conquista), volvió a resonar en mi mente esa frase, pero ahora pensaba en si esa frase no aplica de la misma manera hoy a mi ciudadanía actual: la celestial.

¿He vivido torpemente callado cuando alrededor de mí alguien necesitaba escuchar el Glorioso Evangelio? ¿He guardado, no sólo torpe sino egoístamente, la buena nueva a quien anhelaba -aunque no lo supiera- escuchar que Dios le está buscando? ¿He negado un vaso de agua a quien moría de sed... sólo porque yo ya estoy saciado? ¿He guardado un silencio bastante parecido a la estupidez...?

En Semilla de Mostaza estamos en el "mes de misiones", orando no sólo por personas y naciones fuera del país, sino que también hemos estado orando por un avivamiento en México. Pero ¿Cómo comienza un avivamiento? La respuesta parecería mucho más sencilla de lo esperado: Una persona a la vez.

Se necesita a alguien que no guarde silencio... y que hable... sólo a una persona a la vez. No a multitudes, no a millones... uno por uno... así comienza, ¿te animas?

Algunas frases de la proclama de independencia de La Paz: (¿será tiempo de dejar la indiferencia? ¿De pelear la buena batalla?)

"...Hemos visto con indiferencia (...) sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto que degradándonos de la especie humana nos ha reputado de salvajes y mirado como esclavos. Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez..."

Aquí una canción que describe esto claramente: Leeland: "The great Awakening" (Primero la introducción a la canción y luego la canción)

jueves, 12 de julio de 2012

Facundo Cabral, a un año de su asesinato


Hace unos días se conmemoró un año de la muerte de Facundo Cabral. Recuerdo que ese día estaba junto con el pastor Fermín IV en la conferencia anual de iglesias de Capilla Calvario, en Ensenada y luego, en un momento Fermín se volteó y me dijo "mataron a Cabral, ¿a ti te gustaba no?". 

En principio me pareció una mala broma, pero luego lo confirmé a través de las redes sociales. Debo confesar que de alguna manera me sentí afectado.

A Facundo Cabral lo vi en dos ocasiones hace unos diez años, una con "Cortezías y Cabralidades", en un espectáculo con Alberto Cortéz; y un año después en un show en solitario (donde compré un afiche que decía: "Nos engañaron... nos invitaron a un concierto y vimos un milagro").

Un tiempo después, con alguna banda que tenía, en algún concierto (no recuerdo bien dónde pero había mucha gente en el "backstage") tuve un choque con él y gracias a eso cruzamos unas palabras... bueno, yo no pude decir mucho, es que yo caminaba rápido hacia algún lado y al dar la vuelta por una de las puertas me estrellé con él, que sonriendo me dijo: "Che... ¿estás bien, pibe?" Yo no atiné a decir nada coherente, simplemente le dije que sí y me quedé mirándolo (para él fue seguramente algo incómodo porque siguió su camino sin alterarse...)

Para muchos, Facundo Cabral era un creyente del evangelio inequívocamente, para otros, era un blasfemo hipócrita... para mí...

Bueno, la verdad es que yo le tenía mucho cariño, por muchas razones. Fue por él que comencé a leer a ciertos poetas allá en los álgidos años adolescentes, además de ello, muchas de las frases que decía influyeron directamente en mi forma de hablar y de pensar desde aquella época.

Pero sobre todo, fue la primera persona que yo escuché que hablaba de Dios "como si Dios existiera", es decir, hasta entonces había escuchado algunas cosas acerca de Dios, pero siempre eran cosas que me mostraban un Dios frío, distante, imaginario, acartonado... como un elemento de decoración en el escenario del universo. Cuando escuché la  forma en la que Cabral hablaba de Dios y de la Biblia me dieron ganas de conocer a ese "carpintero de Belén". 

De la versión "poetizada" de Cabral aprendí mis primeros versículos bíblicos (y los memoricé),  y gracias a eso es que un día le dije a un amigo que me prestara ese libro que traía entre sus manos (un Nuevo Testamento, que mi amigo Zacarías al final me regaló y que conservo con mucho cariño ya que fue mi primer contacto con La Palabra de Verdad).

Yo no puedo juzgar el destino eterno de este señor (si está -como él diría- "...en el infierno con Somoza o en el paraíso con Vinicius de Moraes..."), sólo sé que fue un instrumento que Dios usó para tocarme, acercarme e incluso enseñarme. Por ello, hace un año le di gracias a Dios por la vida de este hombre, que muchos aman y muchos otros critican, pero que simplemente, en mi vida, fue un canal que Dios usó para alcanzarme.

Aquí dejo una grabación que mi mamá escuchaba hace años (finales de los 70 o principios de los 80) y que fue, yo creo, mi primer contacto con la obra de Facundo Cabral.







(Como epílogo, simplemente puedo decir que, incluso hoy, algunas prédicas me salen salpicadas de alguna Cabralidad en la que Dios se deja dibujar. Dios es fiel, siempre a Él la gloria)